sábado, 20 de junio de 2015

El “Millón de Hectáreas” de MIAMBIENTE, Panamá requiere un cambio de rumbo


La reciente creación del Ministerio de Ambiente (MIAMBIENTE) de Panamá, fue recibida con beneplácito por todos los sectores interesados en esta problemática. Desde su creación el Ministerio ha realizado actividades puntuales en todo el país, las cuales ha publicitado en las redes sociales, las cuales confirman el entusiasmo de sus funcionarios.

Sin embargo, la institución está confrontando problemas en la implementación de su Proyecto emblemático “1 millón de hectáreas” reforestadas. El Proyecto se plantea teóricamente de la siguiente forma:

El acuerdo subraya el propósito a través de esta alianza público-privada de alcanzar el potencial forestal del país, y lograr así el apoyo necesario nacional e internacional para proteger los bosques, las fuentes de agua y la biodiversidad panameña, promover la reforestación comercial, la restauración de zonas degradadas, la agroforestería, el manejo sostenible de los bosques naturales y la conservación de bosques naturales como un aporte a la economía rural”.  Se indica que esta integra tanto al sector público, los intereses privados y a la sociedad civil.

Sin embargo, las primeras noticias son preocupantes. El Proyecto se ha propuesto reforestar 300 hectáreas en las Provincias de Herrera y Los Santos, una de las zonas más deforestadas del país, pero esta meta podría no cumplirse por las condiciones climáticas adversas y deficiencias en la logística (no se cuenta con la oferta de plantones requeridos).

Además, una parte importante de los productores agropecuarios se niega a participar pues reclama un subsidio directo a sus acciones de reforestación ($2,500 – 3,000 por hectárea reforestada), mientras que los administradores del Proyecto están exigiendo una contrapartida por parte de los participantes. En un país caracterizado por una amplia variedad de subsidios, la propuesta de MIAMBIENTE ha sido rechazada tácitamente. Sin la participación del sector agropecuario la propuesta carece de viabilidad.

Por otra parte, a pesar de que el Proyecto se presenta como una “alianza”, en la práctica MIAMBIENTE ha asumido – con un contraproducente “celo” institucional - toda la responsabilidad por las tareas de reforestación, excluyendo a otras instituciones estatales, autoridades locales y organizaciones de la sociedad civil (con la excepción de pequeñas iniciativas mediáticas). En la práctica, la titánica tarea de plantar un millón de hectáreas es percibida como una tarea exclusiva del Ministerio.

Este enfoque tan limitado es una herencia de administraciones anteriores. ANAM antes y ahora MIAMBIENTE, no han prestado atención a las interacciones rurales-urbanas aunque resulta evidente una creciente mutua influencia entre estos espacios. El resultado práctico de esta omisión es la dificultad para vincular los planes municipales de desarrollo urbano con la protección de las cuencas hidrográficas. Los alcaldes siguen siendo invitados de piedra, en la mayoría de los Comités de Cuencas Hidrográficas.

Tampoco han relacionado la escala de trabajo, desde el nivel de parcela, hasta la conservación de una cuenca por ejemplo. Los proyectos de reforestación se focalizan en las áreas protegidas y riberas de los ríos, pero su incidencia en las tierras de los productores es mínima.

Tampoco se ha hecho mucho por integrar diversos socios que actúan en distintas escalas y escenarios, y con distintos roles tales como productores, ONGs, OCBs y tomadores de decisiones.

La Alianza por el Millón de Hectáreas debió presentarse a consideración de sus actores principales, para definir una estrategia de consenso. Todavía hay tiempo de corregir el rumbo, abriendo la más amplia participación sin reticencias, atentos a escuchar todas las sugerencias, procurando en especial llegar a un acuerdo estratégico con el sector agropecuario.

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